"Presidir casi 100 ejecuciones" destacaría en cualquier currículum, pero en el caso de Jim Willett, sería el único rasgo característico de su carrera. Con 21 años y estudiando empresariales en la Universidad Estatal de Sam Houston, Willett aceptó lo que él pensaba que sería un puesto temporal como guardia en la "Unidad Walls" de máxima seguridad en Huntsville, Texas. Le dieron un rifle y un parche de telay le dijeron que relevara al hombre que salía de su turno en una torre de vigilancia. Temeroso, obedeció. Eso fue en 1971. Cinco años después, Texas reinstauró la pena de muerte y las ejecuciones por inyección letal se reanudaron en 1982. Para entonces, Willett había ascendido en el escalafón de funcionarios de prisiones e incluso dejó Huntsville durante un tiempo para trabajar en otras unidades. Regresó en 1998 como alcaide de la prisión de 1.500 hombres de Huntsville.En ese momento, sus responsabilidades adquirieron una nueva y desafiante dimensión, y se encontró escoltando a un total de 89 condenados (88 hombres y una mujer) a la cámara de la muerte. Los vio forcejear violentamente o irse en silencio mientras eran conducidos fuera de sus celdas. Los vio comer sus últimas comidas y los oyó decir sus últimas palabras. Los vio mientras eranObservó las expresiones en los rostros de sus familias y parientes. Los vio morir en la camilla. En 2000, batió el récord de 40 ejecuciones. Ese mismo año, ganó el premio James H. Byrd, Jr. Memorial Award para los mejores administradores penitenciarios de los centros más grandes gestionados por el Departamento de Justicia Penal de Texas. Pero se preguntaba sobre la moralidad de las ejecuciones.En la mayoría de los casos, las personas que vemos aquí no son en absoluto las mismas que eran cuando entraron en el sistema... ¿significa eso que las hemos rehabilitado?" Al final del día, sin embargo, lo atribuyó todo a que simplemente estaba haciendo su parte del trabajo, y se alegró de no haber sido el juez o haber formado parte del jurado que había...decidieron sus destinos.
El Sr. Willett ayudó a narrar el documental "Witness to an Execution" (Testigo de una ejecución), ganador del premio Peabody, que se emitió en el programa "All Things Considered" de la National Public Radio en 2000. Después de jubilarse de Huntsville, coescribió el libro autobiográfico "Warden" (Alcaide) con su amigo, el escritor Ron Rozelle. La vitrina de la exposición de Willett en el Museo Nacional del Crimen y el Castigo alberga estos y otros objetos relacionados consu notable permanencia de 30 años en el sistema penitenciario de Texas.